El Niño Dios vs Papa Noel

La alienación cultural de la que está siendo víctima latinoamérica, y en particular Colombia, es indiscutible.

Hace unos pocos años, por esta época decembrina, se encontraban buzones para enviarle cartas al Niño Dios en todos los centros comerciales. Igualmente tenían unos pesebres gigantes para que los niños pudieran ir a conocer a la sagrada familia. En cada casa, en el centro de la sala, se exhibía orgullosamente un pesebre gigante con ovejitas, casas, ríos con patos y muchos pastorcitos e incluso algunas veces, antiecológicamente, con musgo. Hoy en día hay un árbol con lucecitas y cubierto por una nieve que pocos han visto por estos lares.

La cándida imagen del niño hoy es reemplazada por la de un señor gordo y cachetirrojo de incierta procedencia. Los centros comerciales están invadidos de árboles, elfos, duendes, gnomos, renos y nieve; todos personajes ajenos a nuestro medio, a nuestras tradiciones y a nuestra fauna.

Estamos perdiendo, también, una de las tradiciones más colombianas: la novena de aguinaldos. Ya no se reúnen todas las familias alrededor del árbol a cantar unos gozos esperando la venid del salvador cargado de regalos para todos. Los villancicos han sido reemplazados por música ambiental que nos habla de "Blancas Navidades" tan lejanas a nuestro trópico como el polo norte donde habita el señor gordito.

En otros casos se sigue rezando la novena, pero ya perdió el sentido: se le reza a un árbol con renos, trineos y elfos colgados.

Por mi parte lo único que me queda por hacer es tratar de continuar la tradición: mis hijos conocerán la historia del Niño Dios, le escribirán cartas al cielo, como lo hice yo, y siempre en el centro de mi sala estará un gran pesebre aunque en un rincón del estudio tenga armado el consumista árbol de navidad.