Llega una carta a la oficina de correos y el encargado de clasificarla nota que va dirigida al Niño Dios, en el cielo. Busca a su supervisor y le comunica la noticia.
Éste le dice que es imposible de entregar, pero que deberían hacer algo al respecto para no dañarle la magia al niño remitente. Así que la abren y la leen:
Querido Niño Dios:
Este año me he portado muy bien por lo tanto quería pedirte una cosa: no me traigas juguetes, la situación en mi casa está muy mala y lo que realmente nos serviría sería una ayuda para pagar los $300.000 que debe mi papito de arriendo.
Atentamente,
Pepito.
Los empleados de la oficina de correos, consternados, hacen una colecta y reúnen $200.000 para enviarle a Pepito y se los hacen llegar por medio del correo.
Una semana después reciben otra carta de Pepito:
Querido Niño Dios:
Muchas gracias por haber atendido mi carta, no sabes lo felices que nos haz hecho a mis padres y a mí.
Sin embargo, quisiera recomendarte que la próxima vez que tengas que enviar dinero lo hagas usando correo certificado porque los desgraciados del correo se quedaron con $100.000 de los $300.000 que me habias mandado.
Atentamente,
Pepito.
2 comentarios:
jajaj, así de ingrata suele ser la filantropía anónima.
Dice el dicho que cría fama y échate a dormir. Y no es solamente en el correo español. Feliz Navidad.
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